martes, 29 de noviembre de 2011

Arthur, el soltero de oro


A veces basta con lo más simple para hacernos reír. Un argumento sencillo. Personajes transparentes. Una buena película.

Arthur, un soltero de oro, únicamente porque es multimillonario, debe casarse con quien le ordena su familia para poder heredar toda la riqueza que le corresponde. Pero él, se ha enamorado de otra mujer. Hasta aquí, típico, ¿no?

Pues bien, Arthur es bajito, pequeña cosa, feo, y totalmente dependiente de su mayordomo, Hobson, un británico severo con un gran corazón que ejerce de padre del descarriado millonario. Aparte, es un borracho incapaz de tomar decisiones por su cuenta y el hazmerreír de toda su familia y de la sociedad.


Por otro lado, Linda, la joven de la que se enamora, una chica de clase baja que lucha por un futuro mejor mientras cuida de su padre. Es una muy buena persona, pero ambos se conocen mientras ella roba una corbata y es Arthur el que la saca del apuro. Desde ese momento surge el amor. Salen juntos, se divierten, se complementan… comienzan los líos, ella se siente traicionada, él quiere pedir perdón pero se deja influir pro su familia, su mayordomo enferma y con él Arthur despierta de una vez por todas, lucha por lo que quiere pero hay demasiadas personas envueltas en el problema y quizás ya sea demasiado tarde…

Lo que sí os puedo asegurar, es que esta película es una de las grandes comedias del cine, con su correspondiente segunda parte (algo más floja), pero con un Dudley Moore que aprovecha todas esas peculiares características de su anatomía, que lo hacen ser un personaje tan inconfundible, y que las realza para transmitir en cada gesto la alegría de la vida, desde el espíritu más profundo… Y a su lado Liza Minnelli que destaca por ser tan transparente en este papel.

Dulzura, cariño, risas, alegría y pena… los ingredientes perfectos para una comedia que, sin duda, se merece los mejores reconocimientos.



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